Cumbre y viento tenía el solar del tiempo
de las noches mundanas de la fiesta
y en los meses de ferias familiares
sentí latir así en mi pecho
con ese corazón adolescente
en latidos sublimes del letargo
las horas del placer en mi pasado.
Eran voces lejanas de abandono
temores interiores y secretos
la ofrenda sutil de los halagos
y las huellas de cosas tan urgentes.
Cumbre y viento tenían mis soledades
y las horas de retos y bosquejos…
las voces de mujeres, sus delicias,
los pasos de semanas y los días…
escondidos en el cielo y en las noches.
En ese transitar de adolescencias
quedé inmóvil ante el cielo y el camino,
y pude retratar el firmamento
en la retina de mis ojos grises…
y quise regalarle a mi destino
la estela de las horas… del viento sus secretos,
la altura más agreste de los montes
y del mundo su eterno movimiento.
Y en ese devenir de tantas cosas
viví el temor de jardines soñolientos
y el dulce refrescar de nuevas rosas
el dulce diapasón de mis momentos…
el blanco de la luna espirituosa,
las frías soledades de muchos males
y el fuerte trepidar de aquellos vientos.
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