Hoy quiero dibujar un regimiento
en el musgo resbaloso de las guerras
de soldados vestidos de perreros,
de batallas del pasado y del presente
y de tanques torcidos como el viento.
Y estar en la luz que nos espanta
en los hoyos donde explotan las granadas
de la trinchera donde tiembla la emoción
al ver quebrar las bayonetas
y alentar el día
del nuevo estío que la intrepidez desata.
Quebrar cadenas y ser el guía
al dejar los espacios
de la gracia venturosa del destino,
abrir las puertas,
sembrar los campos de metralla
y llenar de sangre los diez mil caminos.
Pensar en el destierro de los hombres
en la cruenta guerra
y el llanto amargo de sus mil esposas,
la fiera desatada
en la polvareda del camino y el fiel soldado
que rompe las tinieblas de eufemismo.
Mueren los que nada ganan en la guerra
y los que viven al fin
de la contienda, vendieron sus tanques,
sus aviones, sus barcos, sus fusiles y en enero
con gran esmero…
se llevan a la bolsa toneladas de dinero.
II
Hoy quiero dibujar un regimiento
en el musgo resbaloso
de soldados vestidos de perreros,
de guerras del pasado y del presente
y de tanques torcidos como el viento.
Y estar en la luz que nos espanta
en los hoyos donde explotan las granadas
de la trinchera donde tiembla la emoción
al ver quebrar las bayonetas
y alentar el día
del nuevo estío que la intrepidez aguanta.
Quebrar cadenas y ser el guía
al dejar los espacios
de la gracia venturosa del destino,
abrir las puertas,
sembrar los campos de metralla
y llenar de sangre los diez mil caminos.
Pensar en el destino de hombres desterrados
en la cruenta guerra
y el llanto amargo de sus esposas, que se desata
en la polvareda del fiel soldado
que rompe las tinieblas de eufemismo.
Mueren los que nada ganan en la guerra
y los que viven al fin
de la contienda, vendieron sus tanques,
sus aviones, sus barcos, sus fusiles y en enero
con gran esmero…
se llevan a la bolsa toneladas de dinero.
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