Cuidemos de los ángeles
que hemos engendrado
con amor y respeto.
Esos pequeños traviesos
bebés inocentes
que nos roban el aliento
con sus sonrisas y llantos,
sus primeros pasos,
sus balbuceos, sus brincos,
sus gritos y su dormir tranquilo…
¡Salvemos a los niños!
De la maldad humana,
de seres inconscientes,
que los obligan a trabajar
desde muy temprana edad.
¡Salvemos a los niños!
De lacras que enlutan a familias
al arrebatar a los pequeños
de los brazos de sus madres
para traficar con sus órganos,
para venderlos por inmundas monedas
para denigrar su integridad
al lanzarlos al inframundo
de las drogas y de la violencia
de la pornografía infantil
del abuso sexual...
Los niños de este mundo
no deben de sufrir
el miedo de una guerra,
ni reclutarlos en ejércitos
para matar y robar,
ni vivir con bombas y tragedias,
con heridas en sus cuerpos,
con la muerte a sus espaldas,
con la hambruna que lacera,
y la contaminación inmunda
que arrojan las industrias
en aras un seudo-progreso
que acaba con natura.
Sé ejemplo de tus hijos de unión,
de fraternidad, de honradez, de fortaleza,
de trabajo en equipo, de compasión,
de caridad, de respeto y de nobleza.
¡Cuidemos, salvemos a los niños!
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