Entre pétalos marchitos y hechiceros
pude soñarte ayer y
descubrí tus ojos deslumbrantes
juguetes de artificio
dos luceros, cual diamantes…
de fulgores como estrellas cenitales.
Me miraron con rubor trémulo y fuerte
y siempre muy brillantes
la caída de esos ojos tan divinos
y desde entonces fuimos novios y supimos
en ese fino tiempo
prometernos amor hasta la muerte.
Vivimos nuestro amor suave y sereno
cual fina ofrenda
en espacios festivos, cotidianos
en el ánimo sutil y siempre ameno
amor como de novios
en una cuenta erótica y suprema.
Eran tiempos de paz embriagadora
y luego muy serena
pausados con honor y esparcimiento
en causa siempre buena
al fuerte tremolar de cada hora
en una realidad de sentimiento.
Seremos para entonces cual amantes
sin nada de artificios
entre pétalos marchitos y hechiceros,
muy buenos los principios
tomados al dormir de nuestras manos
y sea el corazón nuestro venero.
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