SONETO.-
Perro que ladra, poco mordedor,
dícese del rufián que hablando mucho
resulta a veces mal trabajador,
por más que en enredar sea muy ducho.
No pensaré que siendo yo ese perro
escriba mis sonetos sin parar,
porque actuando quizás de testaferro
hasta el foro viniera por medrar.
Quizás la piedra tire yo y esconda
como un lince diabólico la mano,
de forma que en mis ojos hoy la paja
no noten, aunque cauto no responda
cuando creer en Dios lo crea en vano
sin decir lo que diga igual por laja.-
|