SONETO.-
Los manjares divinos se permutan
para evitar que el cielo toque la tierra,
y balones de acero al aire chutan
por encima del monte o de la sierra.
Por eso se condena siempre al pobre
si competir no puede con el rico,
a quien sacando de las minas cobre
le cierran con la ley mordaza el pico.
La libertad se vuelve una falacia
a la que sólo el rey tiene derecho,
el resto a ver el fútbol por desgracia
y a dormir si pudiera satisfecho.
A sentirse exultante nada invita
si hasta el pan de la boca se nos quita.-
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