No debo quejarme de la vida
de suave evocación
ni del teatro dorado de mis días
el tren ondulante de mis tiempos
fue el fiel reflejo
del campo de ilusiones y alegrías.
Viví valientes travesuras
de noche y de día
en los dinteles del placer sin penas
y lo digo sin sonrojos
con maestros serios, sin anatemas,
en los días del placer mundano
entre abrazos lisonjeros y discursos
con bondades de perfil profano.
Sacudí el esqueleto en lindas fiestas
en los viernes castos
con los ritmos del placer de entonces
y vi el amanecer en las florestas
con arrancados ojos
del incendiado amor de varios novios
que besaban a su chica muy entusiastas
por golosas, amorosas… y coquetas.
En las noche me duermo muy dichoso
en mi mullida almohada
soñando mis embriagantes días
de amigos que se fueron ya a la tumba
y de amigas de la escuela tan querida…
¡ya lo dije..! de aquellas ilusiones y alegrías.
Camino ya despacio en mis vaivenes
de esta mi vida
pero vivo feliz con mi amada esposa
me sirve de yantar carnes sabrosas
con sabor de rosas
pues en eso de comer aun me rezumba
y para cerrar el sueño
pone en la mesa una copa con sabor a mieles.
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