Soneto Cautivo.
La mezquindad ajena
las más ruines miserias reconforta,
porque quien mal de veras se comporta
en raras ocasiones pisa firme la arena.
Pues montado en el carro casi nadie se frena,
aunque en peligro vea igual su aorta
si mal con todo el mundo va y se porta,
tal que fuera una hiena.
Que sintiéndose a gusto en su despacho
rodeado estará de sumisos sirvientes
con sus estómagos tal vez contentos
porque aunque a casa vuelva muchos días borracho
seguidores tendrá quizás fervientes
desgraciados en suma y seguro, contentos.
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