EL PERDN
El perdn nos aporta de repente
un destello de luz en la mirada,
inundando de paz inmaculada
nuestra abatida y agitada mente.
Y es que si ya que resulta deprimente
el mantener la boca bien cerrada,
no es bueno que se quede ensimismada
por los siglos de forma permanente.
Pues cunto ms a gusto se respira,
lejos de quien con su rencor delira,
siendo de toda pena liberado
ms gozar de un sueo relajado,
sin que nada en el mundo igual le inquiete
ni tampoco sus gestos interprete.-
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