EL OTOO-
Imprevisto el otoo con su manto
nos visita, dejando entre seuelos
su alfombra de hojarasca por los suelos,
al regalarnos sin igual encanto.
As hacindose nico en su canto
raudo nos lleva el nimo a los cielos,
tanto que al adornarnos sus desvelos
nos alegra tambin del triste llanto.
As que entre tristezas y alegras
nuestras vidas discurran ms serenas
al lograr el empuje necesario:
el que da el escuchar las melodas,
que junto con los cantos de sirenas
un poco nos alivian del calvario.
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