Quiero ofrendarle a la vida
la miga de acciones supremas
el canto que sale del pecho
y las horas felices de nueva alegría
que al mundo feliz de nuevo se integra.
El tiempo de un calmo suspiro,
y luego sentir el deshojamiento
del árbol, de los rosales
y el paso muy fuerte del viento
que rompe también los viejos vitrales.
Yo quiero darle ahora a mi vida
el signo supremo del alma
con fuegos ardientes y fuertes marismas
sobre la faz de las cosas
y estar consumiendo del mundo las prisas
de vientos y oleajes y voces
al toque de ciertas cuestiones
y anuncios de mil avatares.
Yo quiero subirme en esta jornada
a la nube que baja las lluvia de mayo
y arrastrar el diluvio divino del tiempo,
empapa a las rosas más blancas del huerto
y moja arenas serenas del campo.
Estar en la sombra más fresca de un árbol
cuando anidan las blancas palomas
y sentir las nostalgias del alma
cuando brotan de noche los nuevos luceros.
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