SONETO.-
Nuestros años de infancia se evaporan
con tanta rapidez, sin darnos cuenta,
que a veces la razón se nos revienta
al ver que los reflejos se demoran.
Pues taras espontáneas afloran
una vez se rebasan los setenta,
y según los psicólogos comentan
esos gestos jamás se condecoran.
Habrá que prepararse, desde luego,
utilizando la mejor pericia
que a tiempo la salud nos proporcione,
pues de valor carece todo ruego
que de forma ya inútil y ficticia
pedir peras al olmo igual supone.
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