SONETO
Débil mi corazón, ansioso late,
siguiendo los dictados del instinto,
quiera Dios que a disgustos no me mate
y a beber me conduzca vino tinto.
Será que recorrer le encanta el mundo,
aunque poner no ponga gran esmero
hoy en no parecer un vagabundo,
carente de elegancia y de dinero.
Y es que contaminado de rutina
en cambiar su confort no se molesta,
o porque a ser amable yo no atina
y vivir de prestado igual detesta.
Será que no le presto mucho caso
y de sus súbitos latidos paso.
|