SONETO
Recargado de malas intenciones
a muerte se pelea siempre el ego,
sin temer que le lleven al talego
a penar por sus malas reacciones.
Hoy no sé si al obviar sus emociones
pretende dar al respetable el pego,
que al inhibirse de cualquier apego
acomodarse quiere entre algodones.
A saber si en el mundo del cariño
el ego caprichoso se debate
y entre contradicciones, hoy su brazo
a torcer no lo deja, tal que el niño
que en devorar se empeña el chocolate
sin compartir con nadie ni un pedazo.
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