SONETO
CADA MAESTRO TIENE SU LIBRILLO
Cada maestro tiene su librillo
y con uñas y dientes lo defiende,
que por nada del mundo a nadie vende
cuando al ego le saca a gusto brillo.
Quizás de joven fuera monaguillo
y al recordarlo a la razón me ofende,
dándome cuenta que a vivir se aprende
aprendiendo a sufrir desde chiquillo.
Pues jamás adquirir sabiduría
se adquiere sin sudar la camiseta
si a prueba el discurrir jamás se pone,
que si morir nos sopla la alegría
en mal lugar nos deja la rabieta
por mucho que la muerte se razone.
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