SONETO
El rojo bermellón de mis mejillas
disimula el trajín de mis locuras,
porque tapando bien mis amarguras
todavía consigo maravillas.
Cierto es que me duelen las rodillas
y que cuentas no quiero con los curas,
pero a las duras voy y a las maduras
también aunque me den en las canillas.
A veces por pensar me da de noche,
que mientras descomprimo mis sonetos
pudiera ser la muerte un gran regalo,
a la cual no opondré ningún reproche
aunque al brindarle todos mis respetos,
miedo le tengo aún que me desalo.
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