SONETO
MONTAÑERO
No se cansan mis ojos de observar
en la mañana todo el horizonte,
escudriñando el más picudo monte
que se eleve fastuoso ante la mar.
Pues deseoso de poder marchar
miro con desconfianza su desmonte,
por donde el ascender mejor se afronte
sin que tenga revés que lamentar.
Porque pronto tendré afán de volver
y aunque mucho madrugue no me quejo
para gozar temprano la alborada,
cuando el cielo parezca grato al ver
haciendo del camino un fiel reflejo
de lo que en esta vida más me agrada.
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