SONETO
EL LISTÓN DE LA ESTIMA
Para no terminar tan resentidos
oyendo el panegírico de un necio,
es mejor no bajar a cualquier precio
el listón de la estima a resoplidos.
Pues dándonos contentos por servidos,
curramos sin descanso en el trapecio
buscando un aceptable y digno aprecio
que nos haga sentir reconocidos.
Si es que el don de poner nuestros disgustos
sobre la mesa, sólo se comprende
si queriendo huir de un mundo aborrecible,
evitamos contratos tan injustos,
que ni siquiera nadie los entiende
cuando al límite rozan lo imposible.
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