SONETO
NACIDO SIN REMEDIO
Nacido sin remedio, a Dios doy gracias,
decidido a zurrarme en esta vida,
nunca creí que fuera cruel la herida
para sobrevivir a las desgracias.
Aunque roto de miedos y falacias
nunca más rechacé la acometida
que siempre recompensa la batida
sin exigirme muchas acrobacias.
En la Universidad me prometieron
que distinguir el negro del morado
me abriría los ojos realmente,
pero también con retintín dijeron
que si el camino estaba muy quebrado
de los golpes sería consecuente.
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