SONETO
SIEMPRE QUE REFLEXIONO
Siempre que reflexiono por mi cuenta
sobre mis más sentidas emociones,
no encuentro donde hacer suposiciones
que tanto saben a limón y a menta.
Y es que cuando se pasan los setenta
sin alcanzar a ver las conclusiones,
no se remienda el ego con lecciones
ni supliendo el placer por la pimienta.
Quizás sí necesite un buen milagro,
que me ayude a paliar las pesadumbres,
y que a la vez me expliquen los misterios
hacia cuya opinión no me consagro,
sin que los aluviones de costumbres
me restrinjan los cambios de criterios.
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