Postrado en tu regazo,
conté por la noche las estrellas,
descubrí en ellas suaves trazos
y, en el firmamento, varios cometas.
En el calor de tu morena piel,
fundí el frío de la invernal noche,
perfumé el universo con miel
y te obsequié con nebulosas en derroche.
Amaneció, el sol se posó sobre nosotros,
trinaron dulce las matinales aves,
la mañana iluminó nuestros rostros,
amaneció, mi amor, con luz a raudales.
Postrado en tu regazo,
me diste los buenos días;
amaneció, la luz hizo todo blanco,
te saludé, cuando tú reías.
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