ENÉADA
AL SEGUNDO DE NACER
Al segundo de nacer, empezamos a morir,
tanto que si nos espera semejante devenir
me pregunto yo, si acaso, hemos venido a sufrir.
Igual así mi cerebro, desesperado delira
cuando contra la evidencia, de repente se revira
y ante tanta desventura la toalla al suelo tira.
Será que mi raciocino, como antaño no funciona
cuando falto de cordura a su bola igual razona,
y sin medir lo que piensa, a sus principios traiciona.
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