SONETO.-
VOMITAR LA PROPIA QUEJA
No quiero vomitar mi propia queja
envidiando los logros del vecino,
pues aunque me pillaran de camino
con la avaricia nunca hago pareja.
Porque viendo la mosca tras la oreja
a menudo los golpes del destino
hacer pudieran que perdido el tino
al medrar me rompieran una ceja.
Porque nunca se está del todo a salvo,
ni durmiendo entre mantas de algodones
si en mitad de un planeta de truhanes
el más inútil hoy se queda calvo,
si se deja bajar los pantalones
y sin cumplir gran cantidad de afanes.
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