SONETO
NUNCA EXISTE UN VERDUGO RAZONABLE
Nunca existe un verdugo razonable
que al más débil el látigo perdone,
si es que pegando azotes, se supone,
implanta sus razón lo más probable.
Pues manejando como Dios el sable
la ley del más pudiente aquí se impone,
porque de otra manera así razone
tal y como sería deseable.
Quien sabe si Caronte con su barca
frente pudiera hacer a la tormenta
por macabro que suene su argumento,
cuando igual compitiendo con la Parca
sus dones nunca los pondría en venta
ni que sople del sur a diario el viento.
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