Así me gustas, fiel y sencilla,
amorosa, seductora y reservada,
con tus ojos de mirada fina
y tus labios de fresa encarnada.
En el escritorio de mi corazón,
sólo tú eres la autora de mis obras,
compuesto esencial de mi razón,
inspiración que bulle y aflora.
En el íntimo calor de tu sonrisa,
en la profundidad de tus pensamientos,
eres reservada como la dulce brisa,
eres estrella de mi firmamento.
Del escritorio de mi corazón,
han surgido estas reflexiones;
te las expreso con amor y razón,
porque eres reservada, sin exageraciones.
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