Creo escuchar, no sé de dónde,
el tañir metálico, algo oxidado,
de pequeñas campanas de bronce,
con un pesado ritmo acompasado.
Quizás anuncien las proximidad de una misa,
acaso la celebración de un matrimonio;
suenan, eso sí, sin ninguna prisa,
con un toque singular, algo premonitorio.
Sin saber de dónde proviene el sonido,
sospecho que debe ser de aquí no muy lejos;
pequeñas campanas que asaltan mis oídos,
sonido pesado, de bronce añejo.
Quizás anuncien la muerte de alguien,
acaso recuerden bautizos o comuniones;
pequeñas campanas, dos, tres, tal vez cien,
suenan y suenas, sin mayores explicaciones.
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