Me llamas señor al leer mi cuerpo,
al sentir mi excitación flagelando
y sentir mi respiración en poseso de vuelo.
Pero... soy tu siervo.

Me llamas señor al dejar mi mundo en el tuyo,
al acariciar tu espacio,
al descifrar tu enigma,
tu espejo me describe tus destellos, mi ser percibe tus reflejos.
Pero soy tu siervo.

Me llamas señor y amo,
al doblegar mi instinto
y acariciarte tierno,
al trasminar mis lágrimas en tu piel,
al mendigar un beso y devorarlo hambriento.

Pero en realidad soy esclavo.

Soy esclavo...
de tu jardín prohibido,
de estas letras que te esculpen y te besan,
de estas ganas de llorar
por no tenerte,
del marasmo de tu vientre,
de la trashumancia de esta cotidianeidad,
de esta desnudez en busca del deseo,
de tu risa furtiva,
de tu rostro tierno,
soy tu esclavo y quiero serlo,
no es un martirio,
solo quiero serlo,
¿Porque?
Porque es mejor ser esclavo de ti,
que amo de la soledad.
Allá me llamo esclavo
Aquí me llamas amo de la soledad.

Mashas