Con tanto avance y adelanto tecnológico,
poco a poco, sin mayores prisas,
gana preferencias el correo electrónico
y la carte, de timbre y cartero, da risa.
Habrá que guardar algunas de ellas,
pues cada vez más apuntan a ser reliquias;
se acabarán las cartas, sin nada de querellas,
lo dictan la modernidad y todas sus ciencias.
Tendremos que lamentar desempleo de carteros,
los filatelistas duro revés sufrirán
y aunque a ustedes les parezca que exagero,
las empresas postales también sucumbirán.
Bueno, espero en Dios totalmente equivocarme;
mejor que coexistan la carta y el correo electrónico,
quizás no sea tan bueno tanto aventurarme
a predecir lo que de entrada, ya parece lógico.
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