Amaneció y aún brillas en el firmamento,
qué maravilla verte así, a un lado del sol,
cuánta alegría y por ello, cuánto sentimiento,
al verte lucir de día, todo tu esplendor.
Buenos días dulce estrella, bella sin igual,
qué envidia le das a las nubes ahora,
con ese tu talle y vestido tan singular,
con esa tu luz y ese tu andar que provoca.
Dime si por la noche así volverás a brillar,
dime tú que el día o la noche no distinguirás,
que al momento del cielo volver a mirar,
tú estarás allí sin relevos, que no te irás.
Buenos días dulce estrella, luz de la noche
y tan presente, tan activa, por la mañana;
dime que no te escaparás en avión o en coche,
que serás luz de día, de noche, de madrugada.
|