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LA NADA

Tembloroso y triste, me arrodillé con miedo,
mi alma toda se pobló de fría noche
en la tarde de tu lúgubre cortejo,
mas hubo conformidad, resignación, nunca reproche.

El ataúd te recogió en su seno,
te fuiste con mística quietud, cual ave marina;
tus palabras conservo, no se las llevó el viento,
indelebles están escritas, con amor como tinta.

Tus últimos sueños huyeron por la mañana,
con un silencio austero terminaron tus horas;
tu lago azul de sueño, hoy nada lo empaña,
te llevaste esa tu candidez que aún atesoras.

Tarde o temprano, partiré también a la nada,
alfombraré la tierra disfrazado de hierba
y desde allí, observaré las altas ramas
de árboles y pinos, sucederá cuando muera.

Al final, volvemos a la nada, al principio,
es la ley divina, es verdad y no un sueño;
en mi lúgubre cortejo, no miraré el camino,
dormiré el último sueño entre terciopelo.

Habrá en mí conformidad y resignación;
cual ave marina, trataré de partir con quietud.
Me iré sin reproches, con una canción,
quizás con una poesía, lo que me pidas tú.


Raff

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Publicado el: 05-03-2002
Última modificación: 21-08-2019



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