Las noticias ya lo decían,
la gente las versiones comentaba;
en los medios detalles se ofrecían
de algo que ni siquiera comenzaba.
Lluvias fuertes se pronosticaban,
relámpagos el cielo iluminarían;
a prevenirse a todos recomendaban
y abrigarse bien, mucho frío haría.
Por la mañana, tímido el sol brilló
y sus rayos a nadie dieron calor.
Con espesas nubes, él algo platicó,
quizás de política, acaso de amor.
Entre algodones se fue el astro rey
y las nubes cobijaron su sueño;
las cosas no pintaban nada bien
algo ocurriría y nada, nada bueno.
Caprichosas las nubes como siempre
unas con otras se entrelazaron;
eso no fue casualidad ni accidente,
el viento y ellas así lo acordaron.
Luego, ya eran oscuros nubarrones,
gran humedad ambiental se sentía
y comenzaron algunos ventarrones,
era inminente ya la fuerte lluvia.
A las tres de la tarde hubo noche,
las luminarias se encendieron,
empezó a llover con gran derroche
y las aves, a sus nidos partieron.
La población entera se espantó,
la gente buscó algún sitio seguro;
esa tarde llovió tanto, pero tanto,
que todo era un río, lo aseguro.
Por los cuatro puntos cardinales,
grandes truenos se dejaban escuchar
y las descargas eran criminales,
¿quién a todos podría así ayudar?
Aquello era como un nuevo diluvio,
hubo rezos y súplicas a Dios,
de una desgracia todo era preludio
y la ciudad era un mar sin control.
Se interrumpió la energía eléctrica
y el caos y confusión eran totales;
el agua brotaba de alcantarillas
y el miedo invadía a los mortales.
La lluvia dañaba oficinas y casas,
el agua arrastraba autos y camiones
y además, algunos cerros desgajaba,
por doquier se oían lamentaciones.
Muchos hijos perdieron a sus madres
y otras sucumbieron con su prole;
otros se quedaron sin sus padres,
cuánto dolor entre ricos y pobres.
Acabó la lluvia, vino el granizo,
éste causaba no pocos descalabros,
un viento helado aumentó el frío
y todo y todos sufrían estragos.
Y con el granizo, la lluvia salada,
ríos de lágrimas de damnificados.
Poco a poco, el temporal amainaba,
el sufrimiento era ya generalizado.
Esa tarde llovió tanto, pero tanto,
que el temporal fue una calamidad,
los soberbios conocieron el llanto
y todos su infinita vulnerabilidad.
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