A tus espaldas, tal vez se encuentren las fuertes rachas de viento que te empujan peligrosamente al vacío.
A tus espaldas, quizás tus enemigos apunten hacia tí sus desenvainadas espadas.
A tus espaldas, probablemente escuches de lenguas malditas, venenosos murmullos con los que quisieran herirte.
A tus espaldas, quizás las víboras suenen sus cascabeles, cuando tengan la osadía de acechar tus pasos.
A tus espaldas, pues, deberás voltear para descubrir de quiénes te debes de cuidar.
A tus espaldas el mundo gira de una forma rara y diferente, confundiéndose la rotación con la traslación.
A tus espaldas, puede ser que el sol no brille intensamente y tu sombra se proyecte sobre negros nubarrones.
Amor mío, qué importa todo esto si a tu lado siempre estoy, si siempre platico contigo, si siempre nos podemos ver de frente.
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