Yo aprendí mi lección bien aprendida,
y doy gracias a Dios por todo aquello,
que me hizo crecer en esta vida,
sin que perdiera en mi interior lo bello.
No hay venganza hoy día en mi persona,
que a veces crece junto a los dolores.
Por el contrario, en mi rostro se asoma,
la humildad que despide a mis rencores.
Yo aprendí mi lección y la enfrentara,
y el olvido cubrió gran parte de ella.
Y la que aún recuerdo no es tan mala,
porque a veces la olvido sin querella.
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