El uso y abuso de palabtras altisonantes,
ya no es un problema de moral,
ni siquiera de malas o buenas costumbres,
simplemente, es un exceso de libertad.
Las malas palabras las usan por igual
cultos o ignorantes, hombres o mujeres;
existen en la realidad o lo virtual,
lo altisonante surge en todo lo que sucede.
No soy para nada un moralista, ¡qué bah!;
reconozco la muy mexicana picardía
y nuestro ingenio, tan próspero y singular,
mas separo esto del insulto de arrabalería.
De fijo, se practica hoy la altisonancia
en la oficina, la casa, la calle y escuela.
Se habla mal, con violencia y arrogancia,
en flagrancia plena de libertinaje.
El mal gusto no es signo de criterio;
quien culto y homenaje rinde a la grosería,
muestra pocos valores y modo nada serio,
al distinguirse por su vulgaridad y bobería.
|